miércoles, 28 de noviembre de 2012

Mi texto descriptivo :)


Antes que nada se debe tener claro que fue una sorpresa cuando mi papá me llamó a la redonda mesa marrón que estaba ubicada en el centro de la sala principal de mi casa, las mismas cuatro paredes donde me crié  en aquel momento tenía una pared de tonalidad verde palmera y las otras tres blancas que hacían resaltar los vivos colores de la época decembrina, pues era  una oscura noche a finales del mes de noviembre, llena de abundante neblina, tan densa que era difícil observar con claridad las luces de los otros edificios a pesar de que estos son altos y bastante llamativos.

Entonces me dijo que debíamos hablar seriamente, conversación que fue por un largo rato, a todas estas mi papá me informó que mi regalo de niño Jesús era un viaje a una casa de playa, mi corazón detuvo su latidos por un momento y luego reanudó su ritmo a toda velocidad, esa misma noche comencé a llenar una gigante maleta de color negro, disponía de 2 cierres y un bolsillo pequeño, este último lo utilicé para cosas de uso personal y ropa interior.

Mi papá un señor moreno, alto, de ojos claros y saltones, de carácter poco soportable me estaba diciendo que viajaría sólo con una prima y un primo a una casa y eso era increíble para mí.

Días después llegamos a aquella casita, envuelta de monte, animales y oscuridad, calurosa por el lugar donde se ubicaba aquel pueblito de chichiriviche. Eran las 8 de la noche, una inmensa luna llena iluminaba el camino, entramos a la grande casa, era fría, oscura y nada agradable, tenía un olor a guardado, algo como cartón mojado, los tres teníamos miedo que hubiesen animales escondidos allí dentro, pues el mal tiempo y las nubes oscuras que se paseaban a diario por ahí habían dejado el techo débil, los roedores a mi juicio grandes y peludos hicieron un hueco y entraban a su guarida como si fuesen los propietarios de aquella grande casa.

Al día siguiente me despertaron cuando el cielo seguía siendo oscuro pero con pequeñas rayas naranjas y rosáceas, comenzaba amanecer. Ya en la playa el cielo estaba completamente despejado, con un gigante sol que penetraba mi piel y tenía la sensación de poder palpar sus intensos rayos, el ambiente era relajante, algo inexplicable.

Por último ya yo rojo como un tomate por el potente sol, me senté cuidadosamente sobre una enorme roca que parecía bastante estable  en la orilla de aquel acuario natural que había a mis pies, ramos de brillantes algas se ondulaban sin parar mientras la corriente del mar iba y venía, conchas de ostras posaban sobre la arena, las piedras debajo ocultaban los cangrejos y una estrella de mar inmóvil se aferraba a la roca, me quedé asombrado, mientras una pequeña parte de mi mente recordaba a mi familia que se encontraba en Caracas.
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